Cada 100 gramos de naranja, si se toma en cuenta a la pieza entera -es decir, jugo y fibra- el aporte será de 38 calorías, y también se obtendrán 89 gramos de agua, nueve de hidratos de carbono y casi uno de proteína. Además, es fuente de minerales -potasio, calcio, fósforo, magnesio, sodio, hierro, zinc, yodo y selenio- y de vitaminas -C, niacina o B3, E, tiamina o B1, piridoxina o B6, riboflavina o B2, carotenos, retinol y ácido fólico o B9-.
Principales razones para sumarla a la dieta habitual
Posee acción diurética debido al agua que contiene: a través de la orina se eliminan toxinas y productos de desecho que se encuentran en el organismo. A esto se suma que su consumo frecuente tiene efecto cardioprotector y poder antioxidante. La lista de ventajas también contempla los siguientes puntos:
Contribuye a mantener la regularidad de la movilización del intestino y, por ende, también a prevenir el estreñimiento.
Favorece el buen funcionamiento del sistema inmunológico.
La fibra de la naranja hace que los hidratos de carbono se vayan absorbiendo poco a poco, evitando picos de azúcar en sangre; se trata de una característica esencial para las personas con diabetes.
Ayuda a mantener el tracto intestinal en buen estado, lo cual es importante para prevenir enfermedades del intestino delgado y colon.
Su consumo regular es bueno para cuidar la vista, huesos y dientes.
Estimula la producción de colágeno, por lo que ayuda a tener una piel más joven y retrasar la aparición de arrugas. Además, acelera la curación de heridas y el proceso de cicatrización.
Al mismo tiempo, se aclara que se le desaconseja su consumo a las personas que padecen hernia hiatal, úlcera gástrica o duodenal, gastritis y litiasis biliar (cálculos).
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